Lluís Companys, presidente de la Generalitat de Cataluña entre 1934 y 1940, había elaborado una ley que prohibía en Cataluña todo festejo relacionado con la Navidad, simplemente por sus raíces religiosas, como la Misa del Gallo, la Cabalgata de los Reyes o el popular «Cagatió».
Juan Rovira y Roure, político perteneciente a la Liga Catalana, fue mantenido como alcalde de Lérida por Luis Companys cuando se hizo cargo de la presidencia de la autonomía catalana al frente de Esquerra Republicana de Cataluña. Su gran arraigo social y su popularidad así se lo aconsejaron.
Por formación académica, además de la tradición familiar, Rovira Roure fue un católico practicante que, durante la República, le costó no pocos problemas con la persecución religiosa que se inició en mayo de 1931.
Este texto está elaborado a partir de artículos publicados en La Gaceta y El Debate.
Joan Rovira i Roure nació en Barcelona el 10 de diciembre de 1899 y fue bautizado en la Parroquia de Santa María de Gracia de Barcelona. Siendo abogado del Estado llegó a ser Diputado autonómico en 1933 y fue elegido alcalde de Lérida en 1935, cargo en el que permanece hasta mediados de enero de 1936. Para entonces fue designado Comisario Delegado de la Generalitat de Cataluña en Lérida.
Era hijo de familia muy religiosa. Congregante Mariano desde muy joven, y miembro de la Academia Mariana de Lérida. En cuestiones políticas era militante de la Lliga Regionalista. En Lérida era conocido por su generosidad y bondad. El sueldo que ganaba como diputado lo entregaba a beneficencia, y en su cargo de alcalde nunca quiso cobrar. Ayudaba siempre al necesitado y ante la aprobación de la Ley del Divorcio en la República, se esforzó por salvar muchos matrimonios que se querían divorciar.
En Lérida, el 5 de enero de 1936 se celebró la tradicional cabalgata de Reyes con la autorización expresa del alcalde. Poco después, la unidad de Mossos d’Esquadra que quedaba en el municipio fue retirada con la excusa de que hacían falta en Barcelona. La realidad es que Rovira y Roure había mantenido el orden, en la medida de sus posibilidades, y se enfrentaba a los milicianos que pretendían instaurar el terror revolucionario desde la checa que habían establecido en la ciudad catalana.
Tras la salida de los Mossos, los chequistas implantaron un régimen de terror en la localidad que llegó a la detención, el 18 de agosto de 1936, del propio alcalde. Su detención fue acompañada de otros dirigentes políticos que junto a otros miembros de la candidatura del Frente Catalán de Orden en las elecciones generales españolas de febrero del 1936. El 27 de agosto fue juzgado por el «Tribunal Popular», esto es, un teatrillo montado por el P.O.UM. que se había hecho con el poder en Lérida. La propia Generalitat alegó su inmunidad parlamentaria pero no hizo nada para librarle de la prisión donde sufrió torturas. El juicio fue sumarísimo, negándosele la posibilidad de defensa.
En el sumario de la “causa” instruida contra Rovira y Roure consta como una de las acusaciones que le costaron la vida que “había hecho celebrar la cabalgata de los Reyes Magos”, una cabalgata que había sido suprimida o cambiada en la mayoría de los municipios de España, puesto que las manifestaciones religiosas estaban reprimidas por la República y en muchas poblaciones la izquierda había prohibido cabalgatas por «religiosas y monárquicas».
Joan Rovira Roure fue fusilado el 27 de agosto en los muros del cementerio municipal. Su cuerpo, sin tiro de gracia, fue arrojado a la fosa común donde compartió destino con los cientos de represaliados por anarquistas, socialistas y comunistas. Uno de los enterradores del cementerio, que declaró en la causa general, aseguró que el alcalde murió perdonando a quienes le habían torturado en la checa y le fusilaban en ese momento, a la vez que “invocaba a Jesucristo”.
Juan Rovira y Roure estaba casado y había tenido tres
hijos.
En la actualidad se encuentra abierta la causa de su canonización.
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