“¿Para quién soy?” es un congreso de vocaciones (o “asamblea de
llamados para la misión”) de la pastoral vocacional de la Conferencia
Episcopal Española,
con una cuenta de Instagram del mismo nombre (@paraquiensoy_).
En la página principal se explica qué es este congreso, para quiénes y cómo funciona:
Respecto a la dinámica del encuentro, es curiosa, aunque en línea con los que se observa en los últimos años. Porque parece que todo ahora se basa en grupos de jóvenes, unos copia de otros (incluyendo la versión monjil de las Hermanas Pobres de Murcia), con origen en Hakuna, que cantan cantos protestantizados. Entretenimiento con poco contenido. Unas fichas y dinámicas de grupos. No sea que se cansen “los jóvenes” o se lo tomen demasiado en serio. Si tenemos en cuenta que un servicio de orientación vocacional se debe dirigir a adultos jóvenes, tampoco se entiende el simplismo de los planteamientos y la infantilización de todo. Aunque sí está relacionado con la tónica general infantilista que predomina en la Iglesia. ¿Saben ustedes que mucha de la información y formación que reciben los sacerdotes de la Archidiócesis de Madrid está ilustrada con dibujos de Fano? Pues ésa es la tónica: lo que era para niños, se utiliza ahora para los pastores de almas…
Y así todo.
No sé, yo veo demasiada música y entretenimiento, canciones con letras sentimentaloides, como para tomarse en serio cualquier discernimiento vocacional durante el fin de semana. Dios habla en el silencio. Precisamente en la dinámica opuesta a un día entero de actuaciones musicales y rellenar fichas en grupos. Al respecto, recuerdo una frase de Rafael Azcona, el guionista de Luis García Berlanga, cuando se multiplicaron los centros comerciales con música a todo volumen en que las familias pasaban el sábado entero. Dijo Azcona: “a la gente lo que le gusta es aturdirse”. Pues eso parece. Y la moda ha llegado también a la Iglesia. Y en ese ambiente, es bastante difícil escuchar la voz de Dios. Por el contrario, se va a proceder todo el sábado a una sugestión emotivista mediante la letra de las continuas canciones que lo que en realidad produce es que se nuble la sana relación entre el corazón y la razón para escuchar a Dios.
Hemos visto el formato recientemente en eventos parecidos: el Har Tabor en la diócesis de Terrassa, donde el obispo acabó subiendo al mismo escenario de las canciones protestantizantes y emotivistas para celebrar la Misa, y el terrorífico BodyFest del Regnum Christi el pasado 31 de octubre, el comentario a los cuales dejo aquí enlazados.
¿A alguien le extraña que sólo acudan a estos encuentros personas de buena fe pero despistadas, que aún creen que la Iglesia les sigue hablando como siempre hizo? ¿Extraña que, como decíamos, siga declinando el número de seminaristas diocesanos, mientras los institutos tradicionales se llenan?
Disculpen la insistencia pero, cuanto más observo y leo, menos veo a la Iglesia de Cristo aquí y más veo una institución vendida al mundo, con una fe distinta, y que intenta rellenarse de nuevos contenidos, donde perviven conceptos a los que se cambia el significado.
En la página principal se explica qué es este congreso, para quiénes y cómo funciona:
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¿Para quién soy? Esta pregunta la realiza el Papa en Christus vivit (286) para
unir dos inquietudes del corazón humano, la identidad y el sentido de la vida.
“Soy una misión en esta tierra.” (EG 273) es la síntesis que las reúne. La pregunta sitúa la búsqueda de respuesta en el ámbito del discernimiento que se realiza en la Iglesia, asamblea de llamados.
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El congreso se celebra en el Pabellón Madrid Arena el fin de semana del 7
al 9 de febrero.
- - “Porque la cuestión vocacional es un reto de nuestro tiempo y de nuestra Iglesia. Y juntos, queremos ponernos a la escucha del Señor, para hacernos eco de la pregunta que el Papa Francisco formula en la Exhortación Christus Vivit (n. 286): “¿Para quién soy yo?”.
- - Una cuestión para todos y especialmente para los más jóvenes, abriendo una búsqueda de respuesta desde el discernimiento que se ofrece en la Iglesia, asamblea de llamados para la misión.
- - Algo de esto se quiere traslucir en el LOGO del evento: un “yo” conectado, que trasluce la cruz de Jesucristo, vocación y guía de todo ser humano (cf. GS 22).
- - El gran objetivo de este Congreso es celebrar una gran fiesta de la Iglesia que la muestre como “asamblea de llamados”, pues eso quiere decir la palabra Iglesia -Ecclesia: asamblea de los llamados.
- - Un encuentro eclesial que, con su preparación y acogida posterior, ayude a reconocer que el Señor sigue llamando -a la vida, a la fe y a la misión- y, por ello, la vida cristiana es vocación, más aún, la vida es vocación, en cuanto se vive como respuesta a una llamada.
- - El segundo gran objetivo del Congreso es impulsar y consolidar en cada una de nuestras diócesis un servicio que anime la vida vivida como vocación y promueva los distintos caminos vocacionales. Queremos dar pie a un ejercicio de colaboración, un proyecto compartido entre laicos, matrimonios, consagrados y sacerdotes.
- - Queremos juntarnos en torno a 3000 personas vinculadas a la Iglesia en España, en sus distintas realidades – Diócesis, Vida Consagrada y Movimientos. Un evento organizado por el “Servicio de Pastoral Vocacional” de la Conferencia Episcopal Española, que integra las comisiones episcopales de Laicos, Familia y Vida, Misiones, Vida Consagrada, Clero y Seminarios, con la colaboración de la CONFER y de CEDIS.
- - El Congreso tiene tres fases: pre-congreso (preparación mediante un documento de trabajo y fichas para el discernimiento); congreso (desde una ponencia inicial el viernes tarde, trabajando en torno a 4 ejes o itinerarios, con un momento festivo (sábado), hasta una ponencia final que recoja lo trabajado, terminando con una eucaristía (sic) de envío (domingo). Los ejes serán palabra, comunidad, sujeto y misión; post-congreso (continuidad de lo vivido consolidando en las iglesias locales un trabajo sinodal que anime la vida vivida como vocación, promoviendo todas las formas de vida cristiana (laical-matrimonial, consagrada, ministerial).
- - En síntesis: un gran encuentro de comunión y contenidos inspiradores para caminar.
- - ¿Para quién? El eco del congreso quiere llegar a todas las personas de nuestra sociedad, creyentes y no creyentes, que buscan un sentido para su vida, y para quienes Cristo y su Evangelio pueden ser una orientación definitiva. Dentro de este marco amplio, los principales destinatarios son delegados y equipos de pastoral vocacional diocesanas, instituciones de vida consagrada y movimientos; miembros de delegaciones de laicos y familia, misiones; novios, seminaristas, juniores; educadores, catequistas, etc.
- - ¿Cómo? Las 3.200 plazas disponibles para el Congreso se han distribuido entre las Diócesis de nuestro país, junto con algunas plazas para la participación directa a través de alguna institución de Vida Consagrada o algún Movimiento Eclesial.
- - Para favorecer la implicación de los más jóvenes, el 30% de los participantes de cada institución debe ser menor de 35 años.
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El documento de trabajo se llama “ Del pienso, luego existo
al soy llamado, por eso vivo: de la pastoral de la opción y los valores a la pastoral
de la obediencia y la santidad” al "
- al soy llamado, por eso vivo: de la pastoral de la opción y los valores a la pastoral
- de la obediencia y la santidad” al "soy llamado, por eso vivo: de la pastoral de la opción y los valores a la pastoral" de la obediencia y la santidad”.
- - ¿Para qué? “Algo nuevo está naciendo…» (Is 43, 19). Los momentos significativos sirven para abrir espacios y tiempos nuevos, en acogida de lo que el Espíritu nos inspira, en sinodalidad. “El proceso de este congreso de vocaciones quiere animar a la Iglesia que camina en nuestro país a escuchar la voz de Dios en nuestro tiempo, hacerse eco de su llamada creando cultura vocacional y acompañar juntos procesos de búsqueda hacia todas las formas de vida cristiana en nuestra Iglesia. Contamos con todos”.
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Se habla continuamente de “nuestra Iglesia”.
Benedicto XVI lo repitió insistentemente: la Iglesia no es nuestra, sino de
Cristo.
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Se observa una insistente nueva definición de
la Iglesia. Del “cuerpo místico de Cristo” de siempre o el post-conciliar “pueblo
de Dios” hemos pasado a la “asamblea de llamados” para la misión.
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¿Qué misión?, podemos preguntarnos, si el
proselitismo ha sido declarado pecado.
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“Se quiere traslucir en el LOGO del
evento: un “yo” conectado, que trasluce la cruz de Jesucristo, vocación y guía
de todo ser humano (cf. GS 22)”. A ver si alguien ve la cruz de Jesucristo en
el logo que ilustra este texto. Yo no la veo por ningún lado.
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“Queremos juntarnos en torno a 3000 personas
vinculadas a la Iglesia en España”. Todo ha quedado reducido al número, para
dar la sensación de una Iglesia viva.
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¿A qué se reducen los encuentros? Aquí les
dejo la imagen del evento en su cuenta de Instagram: cancioncillas y alguna
charla.
- - “En síntesis: un gran encuentro de comunión y contenidos inspiradores para caminar”. ¿Hacia dónde?
- - Ni una sola referencia a la salvación de las almas.
- - “Contamos con todos”. ¿Seguro? Con los católicos que buscan vivir su fe en la tradición doctrinal y litúrgica, ¿también?
Respecto a la dinámica del encuentro, es curiosa, aunque en línea con los que se observa en los últimos años. Porque parece que todo ahora se basa en grupos de jóvenes, unos copia de otros (incluyendo la versión monjil de las Hermanas Pobres de Murcia), con origen en Hakuna, que cantan cantos protestantizados. Entretenimiento con poco contenido. Unas fichas y dinámicas de grupos. No sea que se cansen “los jóvenes” o se lo tomen demasiado en serio. Si tenemos en cuenta que un servicio de orientación vocacional se debe dirigir a adultos jóvenes, tampoco se entiende el simplismo de los planteamientos y la infantilización de todo. Aunque sí está relacionado con la tónica general infantilista que predomina en la Iglesia. ¿Saben ustedes que mucha de la información y formación que reciben los sacerdotes de la Archidiócesis de Madrid está ilustrada con dibujos de Fano? Pues ésa es la tónica: lo que era para niños, se utiliza ahora para los pastores de almas…
Y así todo.
No sé, yo veo demasiada música y entretenimiento, canciones con letras sentimentaloides, como para tomarse en serio cualquier discernimiento vocacional durante el fin de semana. Dios habla en el silencio. Precisamente en la dinámica opuesta a un día entero de actuaciones musicales y rellenar fichas en grupos. Al respecto, recuerdo una frase de Rafael Azcona, el guionista de Luis García Berlanga, cuando se multiplicaron los centros comerciales con música a todo volumen en que las familias pasaban el sábado entero. Dijo Azcona: “a la gente lo que le gusta es aturdirse”. Pues eso parece. Y la moda ha llegado también a la Iglesia. Y en ese ambiente, es bastante difícil escuchar la voz de Dios. Por el contrario, se va a proceder todo el sábado a una sugestión emotivista mediante la letra de las continuas canciones que lo que en realidad produce es que se nuble la sana relación entre el corazón y la razón para escuchar a Dios.
Hemos visto el formato recientemente en eventos parecidos: el Har Tabor en la diócesis de Terrassa, donde el obispo acabó subiendo al mismo escenario de las canciones protestantizantes y emotivistas para celebrar la Misa, y el terrorífico BodyFest del Regnum Christi el pasado 31 de octubre, el comentario a los cuales dejo aquí enlazados.
¿A alguien le extraña que sólo acudan a estos encuentros personas de buena fe pero despistadas, que aún creen que la Iglesia les sigue hablando como siempre hizo? ¿Extraña que, como decíamos, siga declinando el número de seminaristas diocesanos, mientras los institutos tradicionales se llenan?
Disculpen la insistencia pero, cuanto más observo y leo, menos veo a la Iglesia de Cristo aquí y más veo una institución vendida al mundo, con una fe distinta, y que intenta rellenarse de nuevos contenidos, donde perviven conceptos a los que se cambia el significado.
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